domingo, 30 de mayo de 2010

Reseña sobre “El Estado y la Revolución”

Me permito la libertad de incluir esta pequeña reseña, por llamarla de alguna manera, en los artículos habituales, porque al fin y al cabo está relacionado con la política y escrito por mí. La intención es dar mi visión acerca de un libro que acabo de terminar de leer, y del cual considero que merece una mención especial en cualquier lugar, así que utilizo el blog. Para mí pasa a ser como un manual, un libro a tener en mi vida. EsEl Estado y la Revolución, de Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin.

Como todos sabemos (es de cultura general), Lenin es uno de los grandes teóricos del marxismo (del que surge una variante propia, el marxismo-leninismo), y fue el dirigente más importante de la Revolución Rusa de 1917 por parte del proletariado, que provocó, a rasgos generales y por ir rápido, el Estado Socialista de Iósif Stalin, en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cuya disolución se produjo en 1991.

Bien, ahora procedo a explicar brevemente el contenido del libro de Lenin y después expondré mi valoración personal. El Estado y la Revolución es un folleto que recoge las valoraciones de Lenin acerca de los principales pasajes de Marx y Engels, referidos al tema del Estado y el proceso que se ha de seguir para lograr la revolución. Es todo muy complejo y no podría explicarlo en pocas palabras porque os surgirían dudas y criticaríais cosas por no haber expuesto yo la totalidad, pero sabéis que me es imposible. Pero bueno, básicamente dice que la mejor forma de gobierno es la democracia, pero no la actual, pues ésta no lo es, ya que se trata de la opresión de una clase sobre otra, y siempre la minoría sobre la mayoría, cuando debería ser al revés. Aboga por un sistema socialista dividido en dos fases: el socialismo y el comunismo. En el primero, se nacionaliza la producción y el proletariado tiene el poder tras la revolución (siempre tras la revolución), y se establece la dictadura del proletariado (la mayoría sobre la minoría). La burocracia desaparece y pasa a ser un mero trámite administrativo llevado a cabo por un grupo de proletarios cuyo salario se reduce al de un obrero. También se acaba con los órganos opresores que son la policía y el Ejército, y se pasa al pueblo armado, de forma que se haga justicia como cualquier persona puede separar a dos que se pelean en la calle (todo esto más complejo, obviamente). Pero aún es necesaria la maquinaria del Estado, pues todavía no se ha acabado con la mentalidad capitalista de la que se procede, pero es un Estado controlado por la mayoría (el proletariado), reprimiendo a la minoría (la burguesía). Aunque el final del socialismo es la extinción del Estado, sin clases y, por lo tanto, sin necesidad de represión de ninguna sobre otra, pues no existirán.
En el comunismo, la segunda fase, las personas ya sabrán sus tareas y podrán ejercer individualmente la premisa de la que hablaba Marx, que viene a decir: Cada uno trabaja en función de sus capacidades, y recibe en función de sus necesidades. Todo el pueblo participa activamente y el Estado desaparece por su propia inutilidad. No es necesaria su abolición, pues se extingue por sí solo.

Bien, tras este intento de “resumir” el contenido de la obra, aunque es mucho más compleja y seguro que he dejado muchas cosas sin comentar, sólo he escrito las que considero claves, procedo a dar mi visión personal. Recibí la influencia de Lenin en el primer curso de la carrera, Periodismo. Ahí oí hablar de forma más amplia de él y sus actos, y ahí aprendí un poco. Desde entonces y hasta ahora me he formado aparte sobre estos temas y, aunque aún me queda mucho por leer y aprender, he visto lo suficiente como para considerar a Lenin vital en mi aprendizaje. Considero que toda esa teoría marxista-leninista es perfectamente justa, aunque es lógico que a “los de arriba” no les parezca bien, pues la base del socialismo es nacionalizar el capital, y es normal que, al tener, no quieran que se les expropien sus bienes y empresas. Ellos son la burguesía actual. Pero para cualquier obrero que se precie, esta lectura creo que debería ser obligada, pues nos quitaría mucha cera de los oídos y tal vez conseguiría concienciarnos de que una sociedad mejor es posible, aunque la actual se esfuerza para hacernos creer que el capitalismo es “lo mejor” y que no hay alternativa posible. Pues bien, Lenin personaliza la excepción. No sólo fue un teórico, como Marx, sino que participó activamente en la Revolución Rusa, de la cual todos conocemos su éxito. Que luego degenerara o no es otro tema; pero triunfó, por lo que es perfectamente factible. Y una sociedad en crisis es el mejor ambiente para hacer la revolución.
Otra cosa que he aprendido con esta obra se refiere a las denominaciones. No es lo mismo socialista que comunista. NO ES LO MISMO. El socialista (siempre de aquella época y al que se refiere Lenin, no los socialdemócratas actuales, que también estaban en aquellos tiempos, aunque no se escondían hipócritamente bajo el “socialismo”) defiende la primera fase de la que hablaba Marx y habla Lenin: la dictadura de proletariado. Y ya. Sin embargo, el comunista defiende la segunda, la extinción total del Estado. Creo que es una diferencia muy a tener en cuenta, sobre todo cuando haya que enfrentarse a ideologías opuestas, que a todo llaman “comunista”. Y para esto precisamente me gustaría dejar expuesto un pasaje concreto de la obra que me ha gustado mucho:

En las consideraciones corrientes acerca del Estado, se comete constantemente el error [de] [...] olvidar que la destrucción del Estado es también la destrucción de la democracia, que la extinción del Estado implica la extinción de la democracia.
A primera vista, esta afirmación parece extraordinariamente extraña e incomprensible; tal vez en alguien surja incluso el temor de si esperamos el advenimiento de una organización social en que no se acate el principio de una subordinación de la minoría a la mayoría, ya que la democracia es, precisamente, el reconocimiento de este principio.
No. La democracia no es idéntica a la subordinación de la minoría a la mayoría. Democracia es el Estado que reconoce la subordinación de la minoría a la mayoría, es decir, una organización llamada a ejercer la violencia sistemática de una clase contra otra, de una parte de la población contra otra.

Nosotros nos proponemos como META FINAL la destrucción del Estado, es decir, de toda violencia organizada y sistemática, de toda violencia contra los hombres en general. No esperemos el advenimiento de un orden social en que no se acate el principio de subordinación de una minoría a la mayoría. Pero, aspirando al socialismo, estamos persuadidos de que éste se convertirá gradualmente en comunismo, y en relación con esto desaparecerá toda necesidad de violencia sobre los hombres en general, [...] pues los hombres se habituarán a observar las reglas elementales de la convivencia social sin violencia y sin subordinación.
Para subrayar este elemento del hábito es para lo que Engels habla de una nueva generación que, “educada en condiciones sociales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo este trasto viejo del Estado”, de todo Estado, inclusive el Estado democrático-republicano.

Bueno, ahí queda pues mi visión personal acerca de la obra. Como he dicho, la recomiendo a cualquier persona, pues no hay que tener previos conocimientos de nada, tan solo la cultura general que todos tenemos sobre la Revolución Rusa. Lo demás lo explica Lenin perfectamente. Así que ahí queda mi halago a tan notable teórico, que, aunque los capitalistas se esfuercen en decir que no era nadie, sí lo era: abogado de carrera y estudioso de filósofos anteriores. Vamos, un intelectual donde los haya.


NOTA PARA LOS DERECHISTAS:
No, no es lo mismo Lenin que Stalin, así que informaos antes de llamar estalinista a todo el que se declara marxista o comunista.


FUENTE: Generación Sin

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