viernes, 30 de julio de 2010

Una "fiesta" sin futuro

Todos lo esperábamos, y finalmente sucedió. El miércoles por la mañana el Parlament de Catalunya votaba la prohibición de las corridas de toros en la comunidad. Y aunque el resultado fue el esperado, hay quien no terminaba de tenerlas todas consigo. Con 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones, se consiguió poner fin a esta masacre que no tiene otro fin que divertir a un grupo de sádicos que disfrutan con la sangre. Hay quien preguntaba ayer que porqué no se ha decidido un término medio, es decir, como Portugal y algunas zonas de Francia, donde no se mata al toro, y se quejaba de que los abolicionistas no querían este término medio. Sin embargo, esta mañana escuchaba al torero catalán Serafín Marín decir que no, que él no estaría dispuesto a torear sin sangre, que la esencia estaba en la muerte –vino a decir eso básicamente, aunque un poco distorsionado por mí–. Pero sin manipulaciones, vino a decir que se negaba, que perdía “la gracia”. Bien, luego somos los antitaurinos los radicales.

Otro asunto que me hace bastante gracia es cuando ayer los protaurinos se pusieron como niños, diciendo que si se prohibían las corridas, también los correbous. Y no voy a decir lo contrario. Yo también creo que debería haberse prohibido todo de golpe, pero bueno, tiempo al tiempo. Sin embargo, me hace gracia que esas declaraciones vengan de los protaurinos, porque dicen algo como: “En los correbous también se tortura al toro, así que habría que prohibirlo”. Vale, ya están diciendo pues que en las corridas se tortura y se hace daño al animal. No sé, me parece gracioso que esas palabras vengan de alguien a quien le gusta la “fiesta nacional”. Hipócritas.

Y otro tema que no puedo ignorar es la politización tan absurda que se ha hecho de esto. A ver, la plataforma que llevó a cabo la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) fue Prou!, que es exclusivamente antitaurina, no independentista, nacionalista, antiespañola, ni ninguna de esas cosas que se han dicho. ¿Que los diputados hayan votado en función de la ideología? Ni lo sé ni me importa. Sólo sé que se ha terminado con una masacre, una barbarie de la Edad Media, y me da absolutamente igual si es española, francesa o tailandesa. Y más aún si me hablan de la “identidad española”, ese patriotismo exacerbado típico del mismísimo Franco. Lo siento, señores, pero si ser española significa que aplauda a un cobarde por maltratar a un animal que se desangra, que baile flamenco en un tablao o que cuando salga del país me digan “Olé, olé, toros, flamenco y paella”… yo no soy española. O al menos no me lo siento. Porque España es mucho más que todo eso. No tengo nada contra el flamenco –y mucho menos contra la paella–, pero si destacamos, por ejemplo, un baile, como el flamenco, habrá que hablar también de las jotas –en todas sus variantes–, la sardana o el aurresku, y añadir todos los demás bailes populares de la península.
Pero bueno, quien quiera politizar la sangre, la tortura, el dolor o los derechos de los animales… que los politice.

Por último, sólo me queda desear suerte a los colectivos antitaurinos que ahora pretenden exportar esta ILP a Madrid, aunque es cierto que la cosa está más difícil por eso de que Esperanza Aguirre declaró las corridas Bien de Interés Cultural. Pero bueno, vale la pena intentarlo. Aunque también quieren enviarlo al Congreso de los Diputados, y es posible que ahí la cosa prometa.
Y voy a dejar un buen sabor de boca a los antitaurinos con esta última noticia: Los protaurinos dicen que hemos ganado la batalla, pero no la guerra, y pretenden acudir a Europa y, lo que es mejor, a la UNESCO, para que reconozca la tauromaquia como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Yo me río. A ver cuándo se entera el movimiento protaurino de que una catedral sí es arte, una escultura también. Cualquier construcción es arte. Pero es que ahí radica el quid de la cuestión: Arte es construir, no destruir.


FUENTE: Generación Sin

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