martes, 8 de diciembre de 2009

Un mes de lucha ejemplar



Aminatou Haidar. Símbolo del heroísmo y la solidaridad. Reconocida mundialmente. Y ahora, sin embargo, se muere. Y no por enfermedad ni por accidente, sino porque ni unos ni otros se deciden a apoyarla. Pero no está sola. El pueblo saharaui y una gran parte del español está con ella, esperando alguna maldita actuación por parte del Gobierno.

Aminatou fue expulsada de Marruecos el pasado 13 de noviembre hacia Lanzarote. Desde ese día se encuentra en la Terminal 1 del aeropuerto. Además, dos días después inició una huelga de hambre que aún continúa. ¿Hasta cuándo? Los médicos advierten que su salud está rozando el estado crítico y cada vez está más débil. Sin embargo, nadie hace nada. El Ministerio de Asuntos Exteriores envió como emisario a su director de gabinete, Agustín Santos, que propuso a Haidar tres opciones: asilo político, solicitar un nuevo pasaporte o adquirir la nacionalidad española. Pero Aminatou no aceptó ninguno. Desde entonces, cumple ya casi su primer mes como apátrida.

Pero la activista saharaui está siendo apoyada por amplios sectores de la población, hasta el punto de que figuras de la música, el cine y la televisión la han visitado: el grupo musical Macaco, el director de cine Javier Fesser, los actores Fernando Tejero, Lola Dueñas o Willy Toledo, que durmió una noche con ella en el suelo del aeropuerto de Lanzarote. Por otra parte, el escritor portugués José Saramago, que reside en la ciudad canaria, le dedicó un manifiesto en el que expresa su total apoyo en la causa saharaui.

Haidar sólo pide volver a su casa. Cuando parecía que todo estaba solucionado y un avión iba a devolverla a El Aaiún, capital de iure reivindicada por la República Árabe Saharaui Democrática, en el último momento, Marruecos revocó los permisos, por lo que Aminatou regresó al aeropuerto canario. La Plataforma de Apoyo considera que "Rabat se ríe una vez más del Gobierno español".

Mientras tanto, el Rey de España se mantiene al margen, callado, cuando bien podría mediar entre Haidar y el rey Mohamed VI de Marruecos y lograr que la activista pueda regresar a su casa y, sobre todo, que vuelva a ingerir alimentos. Pero no. Don Juan Carlos está en un rincón, escondido, reforzando así las excelentes relaciones entre la Corona española y la marroquí, mientras una mujer con hijos muere de hambre. Esa es otra. Sus hijos, de 15 y 13 años, han enviado una emotiva carta al Gobierno español para que solucione el conflicto y envíe a su madre de nuevo a casa. Mientras tanto, Haidar pide protección con "carácter urgente" para ellos, por la "agresión permanente que están recibiendo" de la policía marroquí.

Zapatero dice, entretanto, que el Gobierno "hace lo que puede, dentro de unos límites". ¿Qué límites, señor? ¿Tan difícil es exigir al Gobierno marroquí que permita el regreso de Haidar a su ciudad? No, claro, ¿cómo vamos a quedar tan mal con Marruecos? Si se quiere morir, que se muera. Lo que a ustedes les fastidia es la gran repercusión mediática que está teniendo, cuando lo ideal sería que nadie hubiera prestado atención. Desde luego, entre el caso del Alakrana y esto, demuestran cada vez más su incapacidad para gobernar.

Por último, tengo unas palabras para Haidar. Compañera, la única lucha que se pierde es la que se abandona.

¡Sahara libre!


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