domingo, 3 de octubre de 2010

Cuando la prepotencia devuelve el golpe




Cuando parecía que nada podía rebajar aún más la popularidad de Zapatero, aparece por sorpresa algo que casi nadie esperaba: aquellas elecciones primarias del Partido Socialista de Madrid (PSM) que se anunciaron hace meses, que tanto barullo han armado y en las cuales casi todos esperábamos la victoria de Trinidad Jiménez... pues no. Ha ganado Tomás Gómez, ese pobre hombre al que Rodríguez Zapatero quería desbancar sin más y sustituirle por la ministra. Y tras las primarias, no queda mucho por decir. El secretario general ha ganado con un 53% de los votos, lo cual puede ser ajustado, pero es una victoria, y demuestra no tanto la preferencia de los madrileños por uno u otro candidato, sino las maneras y las formas en que se han desarrollado las campañas desde que el presidente del gobierno se pronunció para dar su apoyo a Jiménez.


Pero lo mejor para mí ha sido ver el discurso que ha dado la ministra de Sanidad después de su derrota. Ha intentado -que no logrado- transmitir felicidad por la victoria de Gómez, compañerismo y, lo que más gracia me ha hecho, unidad. Ha pretendido transmitir unidad. “Juntos hemos hecho del PSOE un partido más fuerte, más sólido y más unido”, ha dicho. No sé qué se entiende por unidad, pero, en mi opinión, el mero hecho de hacer que los militantes se decanten por uno u otro candidato de un mismo partido que “está completamente unido”, no implica precisamente unidad.
Pero lo que sí debería decirles alguien a los socialistas para no llevarse más decepciones es que no, desgraciadamente no van a ganar a Esperanza Aguirre.


Fuente: Generación Sin